miércoles, 26 de febrero de 2014

Queremos ir a la luna








Demasiado a menudo tengo la impresión de que el ritmo trepidante que imprimimos a las cosas que hacemos nos hace discutir casi exclusivamente el qué y el cómo y nos olvidemos del porqué. Simon Sinek, en un libro interesante, "La clave es el porqué", afirma que si se quiere conseguir un éxito duradero en un proyecto se debe tener claro, desde un principio, el porqué.

Esta pregunta: ¿Por qué ahora? la tuve que responder hace un año a un médico que hacía mucho tiempo que se dedicaba a atender pacientes con enfermedades crónicas. ¿Por qué ahora tenemos que volver a pensar en los pacientes con enfermedades crónicas, si ya hace tantos años que nos dedicamos a ello? Las preguntas obvias a veces te hacen tambalear. Después de darle un par de vueltas se me ocurrieron siete razones para insistir en la atención a los pacientes con enfermedades crónicas:
  • Impacto social: la Asamblea General de las Naciones Unidas se ocupó de las enfermedades crónicas en 2011 (antes sólo lo había hecho para hablar del SIDA).
  • Impacto asistencial, tanto en el hospital como en la atención primaria.
  • Financiación que incentiva las alternativas al ingreso o penaliza los llamados ingresos evitables.
  • Transparencia. Nuestros resultados los verán todos.
  • Atención a las personas más vulnerables: en el gran grupo de pacientes con enfermedades crónicas hay un porcentaje muy elevado de personas mayores, o pobres, o que viven solas o una combinación de envejecimiento, pobreza y soledad que es devastador (si sólo hubiera que elegir un porque, sin duda elegiría este)
Posteriormente añadí un par más de porques, más estratégicos seguramente: la atención a los pacientes con enfermedades crónicas como palanca de cambio y como posicionamiento de cara al futuro. Pero para ser francos, con esta relación de porques no reflejo los más personales. En el momento de hacer frente a problemas complejos quizá deberíamos responder a los porques más personales. Pueden ser muy diversos, pero los grandes proyectos o los grandes retos personales, como mínimo tienen un par de porques absolutamente irrenunciables.

John Kennedy, el 12 de septiembre de 1962, en la Rice University compartió el propósito de ir a la luna en el curso de los próximos 10 años. Y explicó claramente los porques: porque no es fácil, todo lo contrario el proyecto vale la pena precisamente porque es muy difícil, y porque nos pondrá a prueba. Dos buenos motivos para sacar adelante un proyecto: es difícil y nos ponemos a prueba. Si fuera fácil quizás ya lo habríamos hecho antes y ponernos a prueba es dejar de lado los méritos pasados ​​y apostar de una manera clara por la innovación, la exposición pública y los beneficios de la crítica.


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